Las calabazas gigantes parten de semillas que han sido seleccionadas para lograr ese potencial
En septiembre del año pasado se exhibía en el Mercado Central de Almería la calabaza de 456 kilos de Manuel Planells, almeriense que fue premiado por esta voluminosa y pesada pieza que batió el récord andaluz de calabazas gigantes en 2020.
Hemos podido hablar con él y se siente orgulloso de este reconocimiento, ya que cultivar calabazas gigantes es una labor sacrificada, que requiere de numerosas pruebas anteriores, muchas horas de trabajo y de estudio y, sobre todo, muchos recursos.
En realidad, Manuel Planells es ingeniero de telecomunicaciones, pero es un gran aficionado al campo, como no podría ser de otra manera en Almería. Nos cuenta que siempre ha cultivado sus hortalizas en un pequeño huerto que posee, pero no fue hasta un buen día hace cerca de 12 años que empezó su curiosidad por las calabazas gigantes: “un día mirando un foro sobre hortalizas gigantes me empecé a interesar por el tema y, teniendo en cuenta que me encuentro en Almería, cuna de la agricultura, dije ‘¿y por qué no intentarlo?’. Tenía unos conocimientos básicos, pero le puse muchas ganas y muchas horas de trabajo y he ido mejorando”.
Calabazas con características especiales
Manuel nos explica que las calabazas gigantes son fruto de la genética, parten de unas semillas que se han ido seleccionando para conseguir ese potencial. Aunque el que lleguen a superar un determinado tamaño depende del clima, las particularidades de cada zona y el manejo que se tenga a la hora de su cultivo.
Si bien comparten propiedades con las calabazas normales, estas calabazas gigantes tienen una mayor cantidad de agua, lo que hace que su dulzor característico se vea reducido y que, mientras que una calabaza normal aguante meses en nuestra despensa hasta ser consumida, estas tengan una postcosecha de no más de 20 o 30 días.
Aunque Manuel ha experimentado con otros frutos, su preferido es la calabaza: “observar día a día el crecimiento de una calabaza gigante es algo indescriptible. Cada día que vas a mirarla ha podido crecer unos 10, 15 o 20 kilos y es algo impresionante, que no se da en otras hortalizas. Esa es mi principal devoción”.
Además, ¡este agricultor almeriense es K-Labaza Lover! Las muchas pruebas que lleva a cabo buscando la calabaza perfecta le hacen tener su huerto repleto de este fruto y, por ello, muchos de sus platos diarios la contienen. Su mujer, una estupenda cocinera, la incorpora en pistos, guisos, cremas… aunque nos asegura que “¡se puede cocinar de tantas formas que aún nos quedan muchas por probar!”.
Nos quedamos con la pasión de Manuel por la calabaza y le animamos a que siga superándose año tras año en este sacrificado pero maravilloso hobby.